el valor de lo mío y lo vuestro

Tenemos que saber decir lo que pensamos y pensar lo que nos dicen
Sólo expresando lo que se siente sentiremos no habernos expresado antes.
Respeta lo de los demás para que respeten lo tuyo.


sábado, 19 de febrero de 2011

Los días sombríos y el valor

Con estos días tan sombríos, es lo que pasa... que te da por pensar (no a todos ni a todos los contertulios de Telecinco). Será por eso que me he planteado: ¿Es fácil saber cuánto valen las cosas materiales? ¿Y las no tan visibles?
Parece ser que lo más fácil es valorar las cosas físicas, que se pueden tocar. Parece ser que hay unas reglas y unos cánones muy objetivos, que no admiten o admiten muy poco margen de interpretación. Parece ser que hay personas especializadas en hacer valoraciones aplicando sus conocimientos y su formación especializada a unos procedimientos claros y preestablecidos. Según esta premisa, todas las valoraciones de unos bienes determinados deberían coincidir. ¿Coinciden? No siempre...más bien, casi nunca.
La razón de estas discrepancias es la subjetividad que permite una cierta interpretación de las normas, por un lado, y la aplicación de unos procedimientos no tan rígidos, que se apoyan más en la lógica, la experiencia y en otros factores más difícilmente cuantificables. Es por ello que la valoración debe tener siempre un experto detrás, una máquina no puede abarcar todos estos factores de forma total.
Si con los objetos materiales no parece fácil el homogeneizar y cuantificar los factores que influyen en su valor, ¿qué decir de lo que no es tan material? Cómo se valora la belleza de una obra de arte, la genialidad de una idea empresarial, la capacidad de superación de una persona o su capacidad de liderazgo? Y sin embargo, la mayoría de la oprtunidades en el futuro para una sociedad consiste en tener la capacidad de detectar todo aquello que sin ser material tiene más valor que lo que le rodea y poder aprovechar esa ventaja.
Es lo que pasa con los días sombríos, que le da a uno por pensar hasta que se le calienta la cabeza y se termina pensando: "No vale...la pena".
Y ya no os canso más, que tendréis otras cosas que hacer que sí valgan la pena.

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